A pesar del desmedido optimismo oficial, su costosa campaña electoral, donde usó todos los recursos del Estado, el presidente-candidato Daniel Noboa no pudo obtener el triunfo esperado y habrá una segunda vuelta.
Por Thiago Zorrilla Acosta
Ecuador vivió este domingo una jornada electoral histórica, pero sin un claro ganador. La primera vuelta de las elecciones generales, en la que más de 13.7 millones de ciudadanos estaban llamados a elegir entre 16 fórmulas presidenciales, 137 asambleístas nacionales y 5 representantes al Parlamento Andino, terminó sin resultados concluyentes.
Ni Daniel Noboa, presidente-candidato por el partido ADN, ni Luisa González, abanderada del correísmo y la Revolución Ciudadana, lograron superar el umbral necesario para evitar una segunda vuelta. Ambos, favoritos en las encuestas, quedaron lejos de alcanzar el 40% de los votos con una ventaja de 10 puntos, requisito para una victoria en primera vuelta.
La participación electoral, tradicionalmente alta en Ecuador, superó el 82%, un porcentaje incluso mayor al registrado en las elecciones anteriores. Sin embargo, el escenario político quedó en suspenso. Al cierre de esta edición, González y Noboa se encontraban en un empate técnico, sin posibilidades de alcanzar la mayoría absoluta. Tampoco había datos precisos sobre la distribución de las bancadas legislativas, aunque se espera que la Revolución Ciudadana mantenga su posición como la primera minoría en la Asamblea Nacional.
Un balotaje polarizado
El 13 de abril, González y Noboa se enfrentarán en una segunda vuelta que promete ser intensa. Para Noboa, este resultado es un revés, considerando los recursos millonarios invertidos en su campaña, especialmente en el ámbito digital. El oficialismo, respaldado por la familia Noboa, una de las más ricas del país, llegó a insinuar una victoria en primera vuelta, algo que solo Rafael Correa ha logrado en la historia reciente de Ecuador.
Por su parte, González, representante del correísmo, logró consolidar un núcleo duro de votantes, aunque no suficiente para evitar el balotaje. La polarización, una constante en la política ecuatoriana, se reflejó en los resultados: juntos, González y Noboa obtuvieron casi el 90% de las preferencias. Sin embargo, la fragmentación del electorado y la presencia de otros candidatos, como el líder indígena Leónidas Iza, quien quedó en tercer lugar con el respaldo del movimiento indígena y su brazo político Pachakutik, añaden complejidad al escenario.
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Un país en crisis
Las elecciones se celebraron en un contexto excepcional. Ecuador enfrenta múltiples crisis: económica, energética y de seguridad. La militarización del país, bajo un presunto “conflicto interno armado”, y el cierre de fronteras marcaron la jornada electoral. Además, la comunidad ecuatoriana en Venezuela, una de las más numerosas en el exterior, no pudo ejercer su derecho al voto.
La crisis económica es particularmente grave. Ecuador es el país más endeudado de la región con el FMI, y su deuda pública representa el 40% del PIB. La precarización laboral, la fuga de capitales y el aumento del IVA al 15% han exacerbado el malestar social. A esto se suma una crisis energética que ha dejado a millones de ecuatorianos sin electricidad durante horas, y una crisis de seguridad que ha convertido 2024 en el segundo año más violento de la historia del país, con un homicidio cada 75 minutos.
La respuesta de Noboa: Militarización y alineamiento con EE.UU.
Ante la espiral de violencia, el gobierno de Noboa ha optado por medidas drásticas. Declaró el estado de excepción, definió a los grupos delincuenciales como “actores beligerantes no estatales” y propuso la construcción de mega-cárceles. Además, ha reforzado su alineamiento con Estados Unidos, recibiendo a la generala Laura Richardson del Comando Sur y ampliando la cooperación militar. Sin embargo, estas medidas no han logrado mejorar los indicadores de seguridad, y la violencia sigue en ascenso.
Un final abierto
Mientras los votos siguen contándose, el escenario político ecuatoriano sigue siendo incierto. El balotaje del 13 de abril será una prueba crucial para ambos candidatos. Para González, el desafío será consolidar alianzas con el movimiento indígena y otros sectores progresistas. Para Noboa, la tarea será demostrar que su alineamiento con Estados Unidos y su estrategia de seguridad pueden ofrecer resultados tangibles.
En un país profundamente polarizado y fragmentado geográficamente, las próximas semanas serán decisivas. Ecuador no solo elige un presidente, sino también el rumbo que tomará frente a una crisis múltiple que afecta a todos los aspectos de la vida nacional. El mundo observa con atención cómo este pequeño país sudamericano enfrenta uno de los momentos más críticos de su historia reciente.