Por Servicios Umbral.com.do
Caracas, 20 nov. En un clima de tensión política y social, el gobierno de Nicolás Maduro se reafirma en el poder tras las elecciones del 28 de julio, donde fue proclamado para un tercer período presidencial. Sin embargo, la reciente declaración de Estados Unidos, que reconoce al opositor Edmundo González Urrutia como “presidente electo”, ha encendido las llamas de la controversia y ha puesto de manifiesto la injerencia de Washington en los asuntos internos de Venezuela.
El canciller venezolano, Yván Gil, no tardó en responder a lo que calificó de “ridículo” reconocimiento por parte de la administración Biden. En un mensaje en Telegram, citó un refrán popular: “Del único lugar que no se vuelve es del ridículo”, dejando claro que el gobierno venezolano no acepta la legitimidad de la postura estadounidense. Gil, aludiendo a la historia reciente, recordó cómo en 2019, el entonces presidente Donald Trump reconoció a Juan Guaidó como presidente interino, un movimiento que fue ampliamente criticado y que no logró desestabilizar el gobierno legítimo de Maduro.
Antony Blinken, secretario de Estado de EE. UU., insistió en que el pueblo venezolano se había pronunciado “rotundamente” a favor de González Urrutia, quien se encuentra en el exilio tras una orden de captura en su contra. Este reconocimiento, que llega casi cuatro meses después de las elecciones, se presenta como un nuevo intento de Washington por influir en la política venezolana, desafiando la soberanía del país sudamericano.
La oposición, liderada por María Corina Machado, ha respaldado la proclamación de González Urrutia, alegando que el 80% de las actas recopiladas por testigos electorales apoyan su victoria. Sin embargo, el Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela proclamó a Maduro como ganador sin detallar el escrutinio, lo que ha generado protestas que han dejado un saldo trágico de 28 muertos y miles de detenidos.
La respuesta de la comunidad internacional ha sido variada. Mientras algunos países han respaldado la posición de EE. UU., otros han defendido el derecho de Venezuela a decidir su propio destino sin interferencias externas. La situación es de normalidad en Venezuela y la libertad de 225 presos que participaron en los disturbios poselectorales lo confirma.
En este contexto, González Urrutia, desde su exilio, agradeció el reconocimiento de EE. UU., afirmando que “honra el deseo de cambio de nuestro pueblo”. Sin embargo, muchos en Venezuela ven este gesto como una intromisión en su soberanía, un recordatorio de que, a pesar de la proclamación de un nuevo líder opositor, la lucha por el poder en el país sigue siendo un campo de batalla donde las fuerzas externas juegan un papel crucial.
La victoria de Nicolás Maduro, a pesar de las acusaciones de fraude y la presión internacional, refleja la complejidad de la política venezolana. En un país donde la polarización es la norma, el desafío a la intervención extranjera se convierte en un tema central. La pregunta que queda en el aire es: ¿hasta dónde está dispuesto a llegar el gobierno de EE. UU. para imponer su visión de la democracia en Venezuela, y qué consecuencias tendrá esto para el pueblo venezolano? La historia reciente sugiere que la lucha por el poder en Venezuela está lejos de terminar, y que la soberanía del país seguirá siendo un tema de debate en el escenario internacional.