THIAGO ZORRILLA ACOSTA
Santo Domingo, – En el marco de la 79º Asamblea General de las Naciones Unidas, el presidente Luis Abinader se prepara para sostener un encuentro decisivo con su homólogo keniano, William Ruto, en la ciudad de Nueva York. Esta reunión no solo simboliza un acercamiento diplomático, sino que también pone de relieve la crisis persistente que asola a Haití, un país cuya situación se ha vuelto insostenible, según los líderes regionales.
La visita de Abinader a la Gran Manzana no es un viaje cualquiera; es un grito de alerta en busca de respuestas y soluciones. Durante años, la comunidad internacional ha observado con una mezcla de preocupación y apatía la descomposición de Haití, un territorio donde el 80% de su extensión está bajo el control de bandas criminales. La conversación entre Abinader y Ruto se centrará en el papel de la misión keniana en Haití, que ha desplegado hasta ahora 400 efectivos policiales, pero cuya presencia ha sido valorada como insuficiente.
“Estamos aquí para hacer un llamado a la comunidad internacional”, afirmó Abinader. “Hace tres años vine a gritar por la situación como estaba Haití… deben cumplir con los compromisos que han asumido”. Estas palabras, cargadas de urgencia, reflejan un malestar palpable por la falta de acción concreta en el ámbito internacional. A medida que Abinader se prepara para dirigirse a la Asamblea, se perfila una declaración que exigirá no solo atención, sino también un apoyo tangible para Haití.
El presidente Ruto, por su parte, recientemente visitó Puerto Príncipe, donde anunció el despliegue de otros 600 policías kenianos, lo que elevará a mil el número de agentes de su país en Haití. Este aumento se presenta como un intento de frenar la violencia y restaurar el orden, en un contexto donde los desafíos son abrumadores. Desde el fin de semana, se ha visto una mayor presencia de fuerzas internacionales, con la llegada de una veintena de militares y cuatro policías de Jamaica, así como la suma de dos soldados de Belice, que se unen a la misión de seguridad respaldada por la ONU.
Sin embargo, la situación sigue siendo grave. La inestabilidad y la falta de gobernanza han generado un clima de temor y desconfianza entre la población haitiana. Las calles de Puerto Príncipe son un reflejo desgarrador de una nación que lucha por obtener la atención y el respaldo que necesita. Abinader, consciente de este contexto, enfatiza que el estatus actual de Haití es “estable” desde la llegada de las fuerzas kenianas, pero advirtió que se requiere un respaldo aún mayor para lograr una solución duradera.
Mientras la comunidad internacional se congrega en Nueva York, el mensaje es claro: Haití no puede esperar más. Las palabras de Abinader resuenan como un eco de desaprobación hacia aquellos que han hecho promesas que aún no se han cumplido. Este encuentro entre líderes, por tanto, no solo es un gesto diplomático, sino un esfuerzo por recuperar la humanidad en un escenario global donde la indiferencia podría resultar letal para un pueblo que anhela paz y estabilidad.
En una era donde la crisis se ha convertido en la norma, el compromiso y la acción deberán surgir desde los foros internacionales hacia el terreno donde se libra la batalla por la vida y el bienestar de millones de haitianos. La voz de Abinader será, sin duda, una de las muchas que anhelarán un cambio real, un cambio que ya es tiempo de reivindicar.