JULIO GUZMÁN ACOSTA
En medio de la oscuridad y la desesperanza que ha envuelto a Reino Unido en los últimos días, resulta imperativo alzar la voz y denunciar en los términos más enérgicos posibles el resurgimiento del fascismo en pleno siglo XXI. Los hechos aberrantes perpetrados por grupos neonazis, las cacerías racistas, los ataques a lugares de culto y a comunidades vulnerables, son un recordatorio escalofriante de los peores momentos de la historia que creíamos haber dejado atrás.
Detrás de esta ola de violencia y odio, alimentada por bulos y manipulaciones de la extrema derecha, subyace una crisis sistémica que no podemos obviar. El capitalismo desenfrenado, con su voracidad insaciable y su desdén por los más vulnerables, ha generado un caldo de cultivo propicio para el surgimiento de ideologías extremistas que siembran el miedo y la división en nuestra sociedad.
Las élites, cómplices y beneficiarias de este sistema injusto, encuentran en la extrema derecha un aliado conveniente para desviar la atención de sus propias responsabilidades y perpetuar su dominio sobre las masas. El fascismo, esa herramienta nefasta utilizada históricamente para mantener el statu quo y salvaguardar los privilegios de unos pocos a costa del sufrimiento de muchos, vuelve a levantar su fea cabeza en un momento crucial de nuestra historia.
Ante esta escalada de odio y violencia, ante la amenaza latente que representa el fascismo para nuestras democracias y nuestros derechos fundamentales, solo cabe una respuesta contundente y unida por parte de la sociedad. La autoorganización diversa de la clase trabajadora, la solidaridad entre comunidades, la valentía de quienes se niegan a ser intimidados por el miedo y la intolerancia, son la clave para hacer frente a esta oscuridad que amenaza con devorarnos.
Resulta inspirador y esperanzador ver cómo en Reino Unido, la comunidad migrante, los jóvenes punks, los antifascistas y tantos otros sectores de la sociedad se unen en las calles para resistir y plantar cara a la barbarie fascista. Es en la unión de fuerzas, en la diversidad de voces y en la determinación de construir un mundo más justo y equitativo donde encontramos la verdadera fortaleza para combatir al fascismo y defender nuestros valores más preciados.
No podemos permitir que el odio y la intolerancia se impongan en nuestra sociedad. Debemos seguir el ejemplo de aquellos que resisten, de aquellos que luchan por la justicia y la igualdad, y levantarnos juntos, con firmeza y convicción, para decir con una sola voz: ¡NO PASARÁN! El futuro de nuestras democracias y de nuestras sociedades libres está en juego, y es tarea de cada uno de nosotros ser guardianes de la luz en tiempos de oscuridad.
n medio de la oscuridad y la desesperanza que ha envuelto a Reino Unido en los últimos días, resulta imperativo alzar la voz y denunciar en los términos más enérgicos posibles el resurgimiento del fascismo en pleno siglo XXI. Los hechos aberrantes perpetrados por grupos neonazis, las cacerías racistas, los ataques a lugares de culto y a comunidades vulnerables, son un recordatorio escalofriante de los peores momentos de la historia que creíamos haber dejado atrás.
Detrás de esta ola de violencia y odio, alimentada por bulos y manipulaciones de la extrema derecha, subyace una crisis sistémica que no podemos obviar. El capitalismo desenfrenado, con su voracidad insaciable y su desdén por los más vulnerables, ha generado un caldo de cultivo propicio para el surgimiento de ideologías extremistas que siembran el miedo y la división en nuestra sociedad.
Las élites, cómplices y beneficiarias de este sistema injusto, encuentran en la extrema derecha un aliado conveniente para desviar la atención de sus propias responsabilidades y perpetuar su dominio sobre las masas. El fascismo, esa herramienta nefasta utilizada históricamente para mantener el statu quo y salvaguardar los privilegios de unos pocos a costa del sufrimiento de muchos, vuelve a levantar su fea cabeza en un momento crucial de nuestra historia.
Ante esta escalada de odio y violencia, ante la amenaza latente que representa el fascismo para nuestras democracias y nuestros derechos fundamentales, solo cabe una respuesta contundente y unida por parte de la sociedad. La autoorganización diversa de la clase trabajadora, la solidaridad entre comunidades, la valentía de quienes se niegan a ser intimidados por el miedo y la intolerancia, son la clave para hacer frente a esta oscuridad que amenaza con devorarnos.
Esos episodios de odio en Reino Unido han encontrado en los Milei, Donald Trump, Santiago Abascal y otros fascistas a sus inspiradores, que hace años vienen promoviendo el odio racial y la discriminación en sus más variadas formas
Resulta inspirador y esperanzador ver cómo en Reino Unido, la comunidad migrante, los jóvenes punks, los antifascistas y tantos otros sectores de la sociedad se unen en las calles para resistir y plantar cara a la barbarie fascista. Es en la unión de fuerzas, en la diversidad de voces y en la determinación de construir un mundo más justo y equitativo donde encontramos la verdadera fortaleza para combatir al fascismo y defender nuestros valores más preciados.
No podemos permitir que el odio y la intolerancia se impongan en nuestra sociedad. Debemos seguir el ejemplo de aquellos que resisten, de aquellos que luchan por la justicia y la igualdad, y levantarnos juntos, con firmeza y convicción, para decir con una sola voz: ¡NO PASARÁN! El futuro de nuestras democracias y de nuestras sociedades libres está en juego, y es tarea de cada uno de nosotros ser guardianes de la luz en tiempos de oscuridad.